31 ° período extraordinario de sesiones virtual de la Asamblea General de las Naciones Unidas

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Tomado de Presidencia de Cuba

(Versiones cortas – Presidencia de la República)

Señor secretario general;

Señor Presidente;

Distinguidos Jefes de Estado y de Gobierno;

Jefes de delegación:

Quisiera agradecer a la República de Azerbaiyán, que preside el Movimiento de los Países No Alineados, por la iniciativa que condujo a la convocación de este período extraordinario de sesiones de la Asamblea General.

Una respuesta coordinada al COVID-19 y sus consecuencias, de acuerdo con los protocolos y buenas prácticas de la Organización Mundial de la Salud, solo puede ser impulsada a gran escala por este organismo, el más universal y más representativo de Naciones Unidas.

Es un hecho triste pero indiscutible que la pandemia ha exacerbado los graves problemas y desafíos colosales que la humanidad ya enfrentaba antes de su inicio.

Estamos hablando de guerras, incluidas las no convencionales; el uso y amenaza del uso de la fuerza y ​​la aplicación de medidas coercitivas unilaterales, pero también la ausencia o precariedad de los servicios de salud, educación y seguridad social, bajo las ciegas reglas del mercado y el comercio desigual que impera en el mundo.

Hoy, los signos de lo que algunos expertos denominan la peor recesión económica desde la Segunda Guerra Mundial son dramáticamente visibles, y nadie duda de que el mayor peso de la crisis recaerá sobre los países del Sur, ya afectados por los abusos neoliberales, que agravaron la situación. estragos de la pobreza.

La deuda externa de los países en desarrollo, pagada varias veces y aumentada por la pandemia, reduciendo las aspiraciones de bienestar económico y social, es impagable y debe ser cancelada.

En las condiciones actuales, es urgente el establecimiento de un orden internacional justo, democrático y equitativo. Es una condición para la supervivencia de la especie en un mundo cada vez más interconectado y paradójicamente desigual.

COVID-19 expuso el costo humano de esta desigualdad y reveló la urgente necesidad de fortalecer los sistemas nacionales de salud, promover el acceso universal y gratuito a los servicios médicos básicos y asegurar la distribución equitativa de los recursos vitales.

El mundo observa con asombro, por ejemplo, cómo Estados Unidos, responsable del 38% del gasto militar mundial, es incapaz de responder a los más de 11 millones de personas infectadas y a las más de 238.000 muertes por COVID-19 en este país.

Una pregunta surge cuando se observa el difícil panorama de contagios, epidemias y colapsos en los servicios de salud de países con una prosperidad envidiable: ¿por qué el enorme presupuesto que hoy se desperdicia en la carrera armamentista no se está utilizando para hacer frente a esta pandemia y otras? a los mayores les gusta el hambre y la pobreza?

Señor Presidente:

Desde la aparición del SarsCoV-2 y ante la amenaza de que se convierta en una pandemia, Cuba ha desarrollado un plan nacional para su prevención y control. Su implementación se fundamenta en las fortalezas de nuestro sistema de salud, de probada calidad y alcance universal, y en el desarrollo científico del país.

Con modestia y también con sano orgullo, hoy podemos explicar al mundo cómo esto fue posible.

En Cuba, hemos puesto en marcha un sistema de gestión gubernamental basado en la ciencia y la innovación, que ha fertilizado las interconexiones entre los sectores de conocimiento, producción, servicios y sociales.

Es un sistema inclusivo, participativo, sistémico, transdisciplinario e intersectorial, que cristaliza y obtiene su mejor resultado en la robustez de los protocolos aplicados en el enfrentamiento al COVID-19 y en la responsabilidad demostrada por nuestra gente.

En otras palabras: lo que estamos haciendo es una expresión práctica del funcionamiento del sistema social cubano, capaz de resolver exitosamente o enfrentar problemas muy complejos, enfocando el trabajo del gobierno en el ser humano primero.

El papel de la ciencia y su articulación con la gestión gubernamental han sido fundamentales. Los logros relevantes en las industrias médico-farmacéutica y biotecnológica nos permiten enfrentar la enfermedad en mejores condiciones. Dos vacunas cubanas candidatas en ensayos clínicos se encuentran entre las 47 registradas por la Organización Mundial de la Salud.

Fieles a nuestra vocación humanista, 53 brigadas médicas han apoyado la lucha contra las enfermedades en 39 países y territorios, además de las que ya sirven en 59 naciones.

Esto ha sido posible incluso bajo la pesada carga del bloqueo criminal e injusto impuesto por el gobierno de los Estados Unidos, su auge sin precedentes y una campaña cínica para desacreditar nuestra cooperación médica internacional.

Denunciamos aquí esta conducta agresiva hacia Cuba y otras naciones soberanas y el anunciado intento de reimponer la Doctrina Monroe, en violación del derecho internacional y la proclamación de América Latina y el Caribe como zona de paz.

Nuestro compromiso con los propósitos y principios que dieron origen a esta Organización permanece inalterado. La voluntad de seguir trabajando a favor del multilateralismo, la solidaridad, la dignidad humana y la justicia social es firme y resuelta.

La emergencia planetaria en la que nos ha sumido el COVID-19 suena como una nueva llamada a la conciencia del mundo. Escuchemos esta vez. Si podemos. Cuba es prueba de ello.

Muchas gracias.