La Habana, la ciudad maravillosa, es escenario de tradiciones y costumbres tan arraigadas en nuestra idiosincrasia que nos identifican como ciudadanos de la capital y como cubanos en general. Todo habanero conoce el seis costumbres de la habana Hablamos de hoy, pero recordarlo es una forma de recuperar nuestra esencia, los pedazos de cultura, creencias, mitos y leyendas de lo que estamos hechos los antillanos.
«Si La Habana no existiera, yo la inventaría …»
Fayad Jamis
Tradiciones de La Habana: 6 costumbres de La Habana
1. Ceremonia del cañón a las 9 horas
¿Listo para vivir un viaje al siglo XVII a la fortaleza de San Carlos de la Cabaña? Entonces, «¡Silencio! ¡Silencio!» que ya se acercan los jóvenes de la Corona española, tocando los tambores y marchando austera. Sincroniza tu reloj y espera nerviosamente el «fuego»..
El espectáculo cronometrado comienza con órdenes del chef, artilleros con cuchara de carga en mano y pólvora vertida por la boca, un saco de arpillera a modo de bala y una varita una y otra vez, la mecha se enciende …. comienza la tensión, silencio rotundo …
De repente una voz dijo: «¡Por una salva, a mi mando …!» ¡Fuego! «Y … ¡boom! Súbito y ensordecedor rugido indica 9:00 a.m.en capital cubana. Aplausos, destellos de luz y nervios a flor de piel … Todo cubano sabe de lo que estamos hablando: la ceremonia del bala de cañón a las 9 a.m. en la fortaleza de San Carlos de la Cabaña, La Habana, una de las tradiciones más antiguas de Cuba y entre las principales actividades imperdibles. visitar la Habana.
ellos dijeron eso esta tradición comienza a finales del siglo XVII. En ese momento, La Habana estaba fuertemente sitiada por corsarios y piratas, por lo que era necesario proteger la ciudad detrás de una muralla defensiva de varias decenas de kilómetros. Para indicar tanto la apertura como el cierre de las puertas del enorme cinturón de piedra, explotaron dos disparos de cañón: el primero fue disparado a las 4.30 de la mañana e indicó que las puertas del muro se estaban abriendo; el segundo estalló a las ocho de la noche para avisar del inminente cierre de las puertas. De esta forma nació quizás la más conocida de las costumbres habaneras.
En un principio, las detonaciones se realizaron desde un barco ubicado en el puerto de La Habana, pero con la finalización de la construcción de la Cabaña, los disparos se empezaron a realizar en esta fortificación hasta el sol de hoy. Con el tiempo, el cierre de la ciudad duró hasta las nueve de la noche y luego las murallas fueron destruidas, pero este sonido cronometrado ya se había convertido en un tradición que es inequívocamente parte de la identidad de los habaneros.
2. Toque el dedo o la barba del Señor de París
Cualquier día en la calle Oficios, en las afueras del Convento de San Francisco de Asís, un grupo de paseantes se hacen fotos con una escultura de bronce de tamaño natural … Desde lejos, los transeúntes extranjeros se preguntan quién es el personaje y por qué espontáneamente se realiza la misma acción. repetido mil veces: tocar con el dedo índice de la mano izquierda o la barba la escultura amada.
Los Habaneros lo conocemos como el caballero de París y en su figura está entretejida una de las costumbres más populares de La Habana. Pero, ¿quién es el personaje emblemático de la capital habanera, protagonista de leyendas urbanas y testaferro del imaginario popular? Se dice que fue un emigrante gallego de nombre José María López Lledín, que llegó a la isla a principios del siglo XIX en busca de fortuna.
Por estas vicisitudes de la vida jugando una mala pasada, este joven gallego, educado y de buenos modales, fue detenido y condenado a diez años de prisión en las mazmorras del Castillo de El Príncipe. Años después fue liberado, pero en esta prisión quedó lo más preciado: su cordura.
Atrapado en su trastorno mental, vestía ropa negra extravagante, cabello negro revuelto, una barba larga y llevaba periódicos y revistas en la mano. A sí este gallego que decía ser aristócrata, mosquetero y corsario vagaba de portal en portal, de calle en calle, de lugar en lugar, creando un mito entre los habaneros y haciendo de la hermosa Habana su hogar.
Don Quijote de La Habana, como también se le llama, vagó por las calles durante más de 40 años. En la década de 1980 ingresó en el Hospital Psiquiátrico de La Habana por el evidente deterioro de su salud, donde años después se despidió de este mundo.
Su memoria se ha eternizado en la escultura de bronce del artista cubano José Villa Soberón, ubicada precisamente en las calles por donde tantas veces se le ha visto caminar. Hoy su figura recibe cientos de visitantes a acariciando su dedo o barba en busca de suerte o para concedernos deseos. Es sin duda una de las costumbres más populares de La Habana.
3. Una habitación para la Virgen de Regla o Yemayá
De niño, los paseos por La Habana Vieja no estaban completos sin subir al «botecito de Regla», que parte del Muelle de La Luz y llega al Emboque de Regla. Incluso si significara cruzar la bahía de La Habana y llegar al otro lado de la ciudad, El viaje de 5 minutos tenía un encanto especial.. Era la vista de La Habana, el olor del mar, la brisa… todo combinado para convertirlo en una experiencia encantadora.
En ese momento, mientras este pequeño bote surcaba las aguas, vi a los adultos tomar un peso cubano, arrojarlo al mar y verlo hundirse en él. Los niños son ajenos a cuestiones de misticismo, espiritualidad y ritos populares, es solo como adultos que entendemos que estas acciones, que se convierten en tradición, preservan nuestra identidad.
El caso es que el botecito de Regla protege otra de las costumbres de La Habana: tira una moneda al agua, fírmate y pregúntale a la Virgen de Regla o YemayáDepende de tus creencias religiosas, tus deseos más fuertes. El origen de esta costumbre es difícil de encontrar en el tiempo, pero cualquiera que sea su génesis, este rito capital es practicado hoy por habaneros y no habaneros que saben que en estas aguas reina la patrona de La Habana.
4. Romería a Rincón
Todos los días antes del 17 de diciembre, las calles que conducen a Rincón, una ciudad de Santiago de las Vegas, se visten de púrpura. Es el día de San Lázaro, Babalú Ayé en la religión afrocubana, y cubanos creyentes y no creyentes, residentes dentro o fuera de la isla, realizan la peregrinación a su santuario nacional.
La gente llega en autobús, coches, bicicletas, motos, a pie, de rodillas, con flores, velas moradas, figuras grandes, vestidas con ropas de yute … Es una ciudad entera en peregrinaje y diversas son las formas de rendir homenaje a este ritual capitalino que constituye otra de las costumbres más arraigadas de La Habana.
La primera de estas procesiones a Cuba tuvo lugar en 1917 y desde entonces, cada año, en la fecha señalada, miles de cubanos se han propuesto adorar al santo más milagroso de las Antillas. El «viejo Lázaro» recoge la fe en Cuba y en su tiempo la celebran con quienes la piden a quienes agradecen los milagros concedidos.
5. Dar la vuelta a la Ceiba de El Templete
En la víspera del 16 de noviembre en la capital de Cuba, la Plaza de Armas cobra la misma vida que sus mañanas y alrededor de El Templete, un pequeño edificio neoclásico, cubanos y turistas se reúnen por todas partes con un objetivo común: caminar tres veces alrededor de la ceiba ubicada en El Templete, en sentido antihorario, y deslice las piezas por el tronco hasta la raíz, pidiendo un deseo con mucha fuerza. En este acto tiene lugar otra de las costumbres más famosas de La Habana.
A partir de entonces, la imaginación cubana logra salir a flote, luego, unos se arrodillan, otros abrazan la ceiba, algunos se persignan… y así finaliza el ritual. Estamos hablando de una de las costumbres más especiales de La Habana que ha trascendido durante cientos de años.
Según la historia, Villa de San Cristóbal nació a la sombra de una ceiba y se ofició la misa fundacional y el primer cabildo. Aunque el árbol de la ceiba ha sido alterado varias veces, el ritual cubano no cambia con los años. Este venerado árbol es un ícono de la ciudad y adquiere una fuerte connotación para los cubanos. A su alrededor se entreteje mucha historia, tradición y fe.
6. Tirar monedas al Malecón y pedir un deseo.
El Malecón de La Habana, este guardián de la ciudad, asediado por las olas y testigo de románticos atardeceres, vida nocturna y despedidas, es el punto más frecuentado del Vedado. Y, como no podía ser de otra manera, este sitio también lleva a cabo otra de las costumbres de La Habana: sentarse en el malecón, lanzar una moneda al agua y pedir un deseo.
En una especie de fuente de Trevi caribeña, El Malecón habanero ha visto correr miles y miles de monedas por sus aguas, escuchó en silencio los males que afligen a quienes encontraron su lugar de paz en su muro y también conserva el testimonio de quienes iban a arrojar setecientos en Yemayá para que se cumplan tus deseos.
Ultimas palabras
Las costumbres de La Habana tienen vida, mucha vida. Cada calle, los restos de su muralla, el paseo, sus habitantes … protegen fragmentos de recuerdos de nuestra historia y de nuestros antepasados.
¿Eres de La Habana? ¿Qué otra costumbre habanera conoces? Y si no eres de la capital, nos encantaría que compartieras las costumbres de tu ciudad, porque sabemos que toda Cuba está hecha de tradiciones.
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