El mítico ballet Giselle se relanza en el Festival de La Habana

El mítico El debut de la bailarina cubana Alicia Alonso en Giselle impulsa hoy el renacimiento de esta obra maestra del romanticismo de la danza en el XXVI Festival Internacional de Ballet de La Habana «Alicia Alonso», indica una oficina de Prensa Latina.

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26. Festival Internacional de Ballet de La Habana Foto: Ariel Cecilio, Lemus

Cerca de El lago de los cisnes, Giselle es el ballet más codiciado y demandado por el público y los propios bailarines, que consideran un sueño y un desafío asumir la obra citada por la crítica como el Hamlet del ballet, porque con ella estás o no estás.

No es casualidad que varios bailarines la elijan como obra de retiro artístico o como signo de ascenso a lo más alto de una carrera, e incluso como imagen de terror, por la angustia que despierta al poder tapar lo dramático. exigencias del personaje y la historia.

Si hablamos de Giselle, surge inevitablemente el nombre de una de las luminarias del siglo XX, la cubana Alicia Alonso, quien fue la primera latinoamericana en interpretar al personaje.

Según críticas de todo el mundo, su construcción del papel sigue siendo una de las más exitosas, pero pocos conocen los sacrificios y riesgos que tuvo que afrontar la bailarina por su sueño de convertirse en Giselle.

En 1940, Alonso y su primer marido, Fernando, bailaban en Estados Unidos como miembros del flamante American Ballet Theatre, cuando inesperadamente sufrió un desprendimiento de retina en ambos ojos.

Luego de someterse a la operación, los médicos le recomendaron que ya no bailara, sino que, inmóvil y vendada en una cama, la joven de 20 años repitió con los dedos de las manos el trabajo que luego quiso realizar: realizar: Giselle. Y en esta cama donde permaneció año y medio, Alonso repasó todos los días cada detalle de la coreografía: los pasos, la pantomima, la música y el significado del baile.

Tras respetar el descanso establecido, la artista regresó al escenario en contra de los consejos de los médicos, y actuó en lo que puede considerarse tanto una hazaña como un milagro, asumiendo el papel de Giselle en sustitución de la famosa bailarina. La inglesa Alicia Márkova, que había caído enfermo poco antes de la presentación.

En pocos ensayos, la cubana se convierte por primera vez en la frágil campesina que se convirtió en espíritu tras su muerte, el 2 de noviembre de 1943, en el Metropolitan Opera House de Nueva York, junto al prestigioso bailarín inglés Anton Dolin en el papel de Albrecht y la distribución. del Ballet Americano.

Según varios críticos, esa noche, en la persona de Alonso, triunfó Cuba y toda América porque demostró que una latina podía asumir con excelencia técnica y estilística un papel hasta ahora reservado a los intérpretes eslavos o anglosajones.

El artista causó tal impacto con su primera interpretación del personaje que al final de la actuación el gran coleccionista de danza George Chaffée arrancó sus zapatos de los pies del artista, ensangrentado por tantas horas de trabajo y profetizado: «es para la historia». «.

Así comienza la leyenda Alicia Alonso – Giselle, un ballet que ha ido perfeccionando a lo largo del tiempo y del que ha creado una versión propia que sigue siendo la más exitosa de todas las que se encuentran en el repertorio internacional.

La sala Avellaneda del Teatro Nacional acogerá la puesta en escena, con los bailarines principales del BNC Viengsay Valdés, Sadaise Arencibia, Grettel Morejón, Dani Hernández, Rafael Quenedit y Raúl Abreu, bajo la dirección del bailarín estrella cubana Assoluta y presidente del Festival.