Cada vez que se acercan esas fechas, vuelve esa extraña sensación de recordar que un día te vas para siempre. Aunque compartas todos los días, la acción humanitaria, cada nuevo muro de tu inmensa labor; aunque, por momentos, el reclamo de una sutil ausencia se advierte en esos espacios críticos donde repetimos, «Fidel estaría aquí».
Ahora debemos hacer nuestra parte en el compromiso de ser fieles a tus enseñanzas, poner a las personas primero, llegar a los confines del mundo donde se necesita la buena fe de un cubano y nunca permitir que oscurezcan la esperanza alojada en el azul de nuestro cielo.
No hay lugar para el miedo o la desconfianza mientras continuamos cultivando las semillas que dejaste. Contamos con una mayoría de personas vacunadas y en un tiempo récord gracias a tu empuje e interés por la ciencia y la salud.
Volvemos a los barrios donde su risa ha inundado más de una vez los rostros agradecidos de los ancianos y niños que hoy responden: ¡Fidel lo hizo por mí!
Trabajamos para que la verdad de esta Isla prevalezca sobre las nubes falsas que colonizan el planeta con su veneno. Jamás cederemos un ápice de esta libertad que se abre en toda América Latina, entre pueblos hermanos. Tu espíritu deambula con total seguridad por la Sierra y la Plaza, espacios de consagración para los cubanos del amor y la paz.
Que tu luz brille en los ojos y las manos de tu pueblo cada mañana, reponiendo las fuerzas que heredaste de las hordas de Mambi y la tinta de Martí. Pongamos nuestro corazón en la Cuba del mañana con prosperidad, equidad y lealtad inagotable.
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