Tribuna de la Habana

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Foto: Raul san miguel

El primer impacto fue definitivo. El temblor tuvo la intensidad de un amanecer en la plenitud del sol. Desde la cabaña, la mujer ofreció el saludo de bienvenida y una sonrisa. La limpieza parecía casi simbiótica y pudo recostarse en el asiento, ya que experimentó que estaba flotando en el camino que cruza la tortuosa avenida de Santa Catalina hacia el Vedado.

Ni un bache ha sacudido a este vehículo que, además, parecía blindado contra las frenadas y rebasamientos de muchos pilotos decididos a demostrar la potencia de sus máquinas como si el objetivo de adelantar a toda costa, al estilo de las competiciones profesionales de Fórmula 1, fuera el objetivo. de tráfico entre las concurridas calles de La Habana.

Nada molestó a los pasajeros de este viaje que pudieron disfrutar del ambiente de la ciudad, en especial al sexo masculino que parecía atónito por la belleza física y las buenas costumbres que irradiaba el conductor del GAZelle.

Más allá del toque picaresco de la testigo que le escribió a la redacción de Tribuna de La Habana, en la carta -electrónica- llegó el reconocimiento explícito de la Macorina moderna, incluso con un toque de simpatía por las mujeres que toman el volante de un auto. y manillares de motocicletas y «motorinas».

Aseguró que son mejores conductores que los hombres cuando demuestran la profesionalidad de lo aprendido. y, por supuesto, con raras excepciones, muestran la capacidad de comportarse de manera notable; a pesar del criterio cavernícola de estos conductores que parecen cazar un mamut y olvidan el código de circulación como norma a seguir por el bien de todos.

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