Se aferran a la barandilla de un camión como una manada de hienas babeando sobre una presa distante. Esa misma mañana sucedió cuando Laura, al salir de la casa, el chofer de un car que conducía contrario por la calle frente has su casa sacó la cabeza para comunicarle la necesidad de “afirmarse” ante sus pasajeros como un valioso ejemplar de macho de la raza humana.
Si bien esta rutina no era ajena para ella, la tarde, dejando el trabajo cargado de presiones alternas, no quería aguantar el siguiente cumplido molesto. Luego escuchó un silbido y corrió a ponerse a salvo. Al día siguiente, cuando estaba cumpliendo con sus responsabilidades con su jefe en su lugar de trabajo, se encontró con sospechas cuando ella aludió a él: «… No debes vestirte de esa manera. Provocativa. «
Había escuchado una expresión similar de algunos padres y conocidos instándola a perder su juventud; cuando, en realidad, mataron lentamente su autoestima.
Hay que mirar con ojo y desenredar los vicios y posturas insensibles a la verdad de las posibles víctimas en una situación de acoso.
Debemos crecer con empatía y voluntad de deconstruir los tabúes, micromachismos y otras formas de violencia que colocan a las mujeres en situaciones de vulnerabilidad, cuando abogamos por el triunfo de la equidad y la justicia.
Laura es un nombre hipotético para situaciones que tienen demasiadas caras detrás buscando una voz para contar su historia. El silencio nos convierte en cómplices cuando deben reinar la verdad y la confianza.
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