Tomado de Sitio web de CPC
En medio de un escenario de tensiones y enfrentamientos en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, el 1 de junio de 1964 el Primer Ministro, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en un comunicado del gobierno revolucionario, denunció:
« L’état-major général des Forces armées révolutionnaires rapporte que le 29 mai, entre 10h et 10h30 du matin, les habitants de la région de Sancti Spíritus ont été alarmés par un grand nombre d’objets brillants qui sont descendus des airs dans cette región.
Testigos presenciales, entre ellos miembros de las Fuerzas Armadas de esa región, constataron que se trataba de globos de varios tamaños, que parecían haber sido lanzados desde gran altura y disolvidos al contacto con el suelo, dejando una sustancia gelatinosa que se diluyó rápidamente, similar a ese utilizado en caldos de cultivo bacteriano. Las fuertes lluvias, que cayeron inmediatamente después, dificultaron la obtención de muestras en las condiciones más adecuadas para un examen químico y biológico completo de la sustancia rociada ”.(Publicado el 2 de junio de 1964 en el Journal de la Révolution, p.1)
El documento alertó al país y al mundo sobre el posible uso de armas químico y biológico por de las fuerzas armadas estadounidenses contra Cuba. Esta denuncia no fue una exageración, porque, como supimos años después ??que los documentos secretos del gobierno de este país han sido desclasificados, desde 1962 se valoró el uso de este tipo de arma. Por ejemplo, durante Operación Mangosta En 1962, entre las acciones preparadas, se elaboró un plan para neutralizar a los azucareros durante la zafra, mediante «el uso de medios de guerra química».(Senado de los Estados Unidos, Presuntos complots de asesinato que involucran a líderes extranjeros: un informe provisional del comité selecto para estudiar las operaciones gubernamentales con respecto a las actividades de inteligencia. 20 de noviembre de 1975)
Otro de estos planes estaba listo para su ejecución en 1962, como se dijo. Judith Miller, al revelar la existencia de una operación del Pentágono, codificó como el «Plan Marshall», si las fuerzas estadounidenses habían invadido Cuba durante la crisis de los misiles. El operativo consistió en un ataque biológico que afectó a millones de cubanos. El autor cita el relato del director científico, en Fort Detrick, quien le aseguró que una de las alternativas consideradas era rociar a las tropas cubanas con letal toxina botulínica. «Salvaría la vida de los soldados estadounidenses» durante la invasión.(Judith Miller: Gérmenes: armas biológicas y la guerra secreta de Estados Unidos, Simon & Schuster, 2001)
Fue la misma excusa utilizada para justificar las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki en agosto de 1945 contra la población civil japonesa de estas dos ciudades que dejaron decenas de miles de muertos.
Estas revelaciones concuerdan con la información enviada a Robert Kennedy el 21 de marzo de 1962 sobre los preparativos dentro del Ministerio de Defensa y el Estado Mayor Conjunto para una intervención militar como parte de la Operación Mangosta, cuando especifica que este «»[…] debe producirse lo más rápido posible y con la fuerza suficiente para minimizar la capacidad reaccionaria del bloque comunista ”.(Archivo de Seguridad Nacional, Serie de Reuniones y Memorándum, Grupo de Trabajo (Ampliado), Operación Mangosta, 2 / 62-4 / 62)
También se han utilizado armas químicas y biológicas contra animales y plantas para afectar la producción de alimentos. La naturaleza criminal de esta acción hace que su ejecución sea secreta y muy difícil de descubrir.
Cuba fue objeto de este atentado en marzo de 1971, cuando la CIA aprovechó las desfavorables condiciones económicas del país para organizar un operativo encubierto, que causaría un gran daño económico y afectaría también la alimentación de la población, lo que llevó, según sus planificadores, para crear descontento popular con el gobierno revolucionario. Seis semanas después, las Antillas Mayores sufrieron el primer brote de peste porcina en América, arrasando con la masa de ganado, cuando tuvo que sacrificar medio millón de cerdos de las antiguas provincias de La Habana y Pinar del Río, provocando un grave déficit.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) lo clasificó como el «evento más alarmante» del año e intentó, sin éxito, rastrear cómo se transmitía el virus. En 1977, la prensa estadounidense reveló que una fuente de inteligencia admitió que el virus había sido introducido en Cuba cuando ordenó el traslado de Fort Gulick, base militar y centro de entrenamiento de la CIA a la Zona del Canal de Panamá, a un grupo de exiliados cubanos que presentaron en marzo de 1971.
No fue el único asalto de este tipo en esos años. En 1978 se detectó que el país estaba bajo ataque biológico. El primero, en septiembre, ocurrió en la provincia de Holguín, donde apareció la enfermedad de la roya de la caña de azúcar, una de las más agresivas de la planta, que se ha extendido por todo el país. Fue necesario demoler el 34% de la superficie sembrada con caña de azúcar y reemplazarla por variedades agroindustriales más resistentes pero menos eficientes.
Otro asalto que causó grandes daños ocurrió en 1979, cuando en noviembre se detectó la plaga del moho azul del tabaco en la provincia de Villa Clara, un hongo que se extendió rápidamente por gran parte de la isla.
Durante las últimas décadas del siglo pasado y comienzos del actual, el país ha tenido que enfrentar repetidos ataques biológicos contra plantas y animales. Sin embargo, La acción más criminal fue la de 1981, cuando estalló la epidemia de dengue hemorrágico., que afectó a 344.203 personas en pocas semanas y cobró la vida de 158; de ellos, 101 niñas y niños. Otra de las enfermedades introducidas durante estos años fue la epidemia de conjuntivitis hemorrágica.
En el presente siglo, han sido muchas las plagas que han afectado las cosechas de hortalizas y granos básicos en la dieta de la población, lo que ha obligado al país a realizar importantes gastos en divisas para comprar alimentos a la población extranjera. Una de las hortalizas más afectadas ha sido la patata.
Más recientemente, la cosecha de frijoles ha sido severamente dañada por una plaga que ha reducido significativamente sus rendimientos. En un contexto de crecientes sanciones económicas, comerciales y financieras por parte de la administración estadounidense, se está volviendo extremadamente sospechoso.
Debido a su naturaleza encubierta, los ataques biológicos, como ya hemos mencionado, son difíciles de detectar lo suficientemente temprano para actuar sobre ellos y reducir sus efectos nocivos. Estar vigilantes y vigilantes, como nos instó el líder histórico de la Revolución Cubana el 1 de junio de 1964, es una premisa fundamental en la actualidad.