Como cada 7 de diciembre, volvemos a escuchar: “Al elegir esta fecha para enterrar … combatientes internacionalistas caídos en combate … cubanos que dieron su vida no solo por la defensa de su patria, sino también de la humanidad. La voz de Fidel se mezcla con imágenes de ataúdes y osarios, de un país en silencio y de luto, de banderas cubanas cubriendo los restos, de una madre que no encuentra consuelo, ¿cómo encontrarla cuando se pierde un hijo? – y besa un retrato, y la besa y llora.
El 7 de diciembre de 1989, como despedida del duelo nacional, fueron enterrados 2.085 mártires que realizaban misiones militares en diversas partes del mundo, principalmente en Angola, y 204 civiles. Entre el 27 de noviembre y el 4 de diciembre del mismo año, los restos fueron trasladados a Cuba como parte del «Operación Tributo”.
Tras los acuerdos de paz de 1988 y la retirada de las tropas cubanas del territorio angoleño, se comenzó a trabajar para devolver a los combatientes muertos durante la guerra. «El calor humano de la amistad estaba en su sangre», dijo Agostinho Neto en algunos versos.
«Hay hechos históricos que nada ni nadie puede borrar», dijo Fidel Castro durante el acto nacional de despedida del duelo, realizado en El Cacahual, donde yacen los restos de Maceo y Panchito. Allí se encontraban los restos de 16 combatientes internacionalistas, representantes de todas las provincias del país y del municipio especial de Isla de la Juventud.
Más tarde en la tarde, los muertos fueron enterrados. Fue simultánea en 169 municipios de todo el país, la marcha de procesiones fúnebres en las calles hacia los Panteones de los Caídos de la Defensa, las flores, los niños, los padres, las madres y los abuelos en un grito cerrado …
El periodista y corresponsal de guerra en Angola, José Antonio Fulgueiras, relata que el 7 de diciembre de 1989 un anciano se dirigió a un retrato. «Te estoy tocando, Ernestico, ¿no me ves?» En el libro Hombre adentroEl periodista dice que una joven le preguntó al anciano por qué lo llamaba Ernesto, a lo que el abuelo respondió: “Lo llamé Ernesto porque sabía que iba a ser como el Che Guevara. ¿Alguien aquí puede decir que estaba equivocado?
“Lo mantengo vivo en mí como el buen hijo que fue, y estoy orgullosa de la educación que le di a él ya sus hermanos”, dijo Lorgia Rodríguez Montoya, madre del fallecido Tomás Ávila Rodríguez durante la guerra de Angola.
Retamar escribió: “¿Quién murió por mí? ¿Quién recibió mi bala? Este martes volverá el homenaje, el toque de silencio frente a cada panteón de esta isla. El dolor que nunca se irá, el beso y el llanto de la madre volverán. “En la sangre, mi amor”, dijo Neto.
(Tomado de Cubadebate)
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